Nuevos retos de la banca latinoamericana

Nuestras organizaciones enfrentan cada día mayores retos, los sectores financieros necesitan innovar en sus servicios diariamente, de una manera más ágil y eficiente para poder satisfacer las necesidades de nuestras poblaciones, en un contexto donde los índices de bancarización a nivel latinoamericano son bajos y ante el surgimiento de nuevas soluciones, como las Fintech, se abre un nuevo panorama al que debemos tener especial atención, básicamente por dos motivos, la gestión de riesgos y la adecuación de estándares internacionales de control, en los marcos normativos regulatorios vigentes.

Empecemos por el segundo punto. Una de las principales motivaciones de la banca en general es el poder lograr una mayor bancarización de las poblaciones, constituyendo uno de los ejes estratégicos que se han definido en diversos países, no solo por un interés comercial bancario (crecimiento de cartera de clientes), sino también como parte de una estrategia mayor enfocada en lograr una formalización de nuestras economías. Por tanto, ante un desarrollo financiero, en ocasiones aún incipiente, en los sectores de la población con más bajos recursos, es necesario brindar alternativas que permitan incluirlas dentro de un modelo financiero que ayude a (i) captarlos, (ii) busque su crecimiento, y, (iii) como consecuencia de ese crecimiento, y una vez asimiladas las ventajas de la bancarización, impulsar la formalización de dichos sectores.

Evidentemente, esta iniciativa debe partir de un esfuerzo conjunto entre el sector privado y el sector público, específicamente de nuestros reguladores bancarios, dado que durante su implementación, esta motivación natural (inclusión financiera y el consecuente crecimiento de cartera de clientes del sector bancario) necesita estar enmarcada de un marco normativo que la impulse, y aquí aparece la primera diferencia con las empresas denominadas Fintech, debido a que en la mayoría de países no existen (o no están totalmente definidos) marcos regulatorios para ese tipo de empresas.

Por otro lado, en ocasiones, aparece en diversos países una contradicción cuando las políticas inclusivas para ese segmento de la población faculta a la banca al ofrecimiento de diversos productos y servicios financieros, acotados en lo que respecta al alcance de los requisitos para el manejo de dichos productos (algunos países lo definen como Debida Diligencia Simplificada o Reducida) sin embargo, en el ejercicio de sus funciones supervisoras estos mismos productos originan una serie de observaciones hacia los bancos (generalmente planteadas por equipos de supervisión bancaria, distinto del equipo que emite normativa). En ese sentido, es fundamental que se establezcan objetivos macro (a mediano y largo plazo) que busquen como fin último la formalización de nuestras economías apoyándose en la bancarización de las mismas.

Ahora bien, el primer motivo (planteado al inicio de este artículo) es el relacionado a la gestión de riesgos. Este no debería ser un problema considerando que ya las distintas regulaciones bancarias latinoamericanas plantean desde hace unos años, con diferente grado de desarrollo, la implementación de esquemas de gestión de riesgos para la prevención del lavado de activos y financiamiento del terrorismo. En este caso, el reto para la banca es el alcanzar un nivel de madurez en los modelos que permitan fomentar el desarrollo de los sectores financieros sin que ello signifique, a priori, la eliminación del riesgo (lo que representa un error dado que los modelos de administración de riesgos no buscan eliminar riesgos, sino promueven la gestión del mismo), denominado como aplicación del Derisking, fenómeno del que los banqueros latinoamericanos siempre hemos padecido hacia nuestras relaciones de Corresponsalía. De esta manera, el Derisking constituiría la antítesis de la gestión de riesgos, que buscamos implementar. Lo curioso del tema es que la banca latinoamericana empieza a desarrollar procedimientos de Derisking (del que siempre nos hemos quejado) hacia otros sectores de la economía, obstaculizando la inclusión de dichos sectores en los sistemas financieros, bajo el argumento de que representan niveles de riesgo que no están dispuestos a asumir. Naturalmente, todas las entidades tienen la libertad de contratación, por lo que mantienen, y mantendrán, la discrecionalidad respecto de con quien hacer negocio, pero es importante reflexionar si nuestros procedimientos y políticas (el medio) son los adecuados para el objetivo que perseguimos (el fin). Nótese, que la aplicación de políticas de Derisking, en cualquier sentido, podría fomentar el surgimiento de sectores paralelos que no están, ni estarán, sujetos a regulación alguna, por lo que la visión de cómo gestionar estos riesgos debe tratarse de una manera estratégica que permita impulsar, de una manera sana, el crecimiento de los diversos sectores económicos de nuestros países.

Siendo ello así, la banca asume un rol protagónico, dado en materia de gestión de riesgos de lavado de activos, todos los sectores denominados Sujetos Obligados, poseen productos y utilizan los servicios financieros que ofrece la banca. En ese sentido, la banca se convierte en un socio estratégico del sector público para buscar el alineamiento de todos los sectores (formales e informales) a las buenas prácticas internacionales, sin que ello signifique que es responsabilidad del sector bancario dicho control. Es decir, la banca debe apoyar en el control y fomentar, desde su posición, dicho alineamiento, en tanto madura el establecimiento de normativa sectorial y controles especializados a cada uno de los sectores Sujetos Obligados, que no posean, por ejemplo, regulador natural. Esto implica, también, un alto nivel de desarrollo de nuestros controles y de los procedimientos para evitar una sobre-regulación bancaria que atente a la competitividad del sector bancario, bajo el entendido que, en lo que se refiere a controles, “mas, no siempre es mejor” (afirmación planteada por FELABAN en sus boletines).

Finalmente, debemos reconocer que, de manera intuitiva, nuestra propia condición humana nos lleva a tomar posiciones más conservadoras (probablemente Derisking) ante lo desconocido (inicialmente Fintech o nuevas soluciones financieras sin regulación), por lo que la mejor forma de enfrentar el problema es con la capacitación y entrenamiento en la operativa de estas nuevas soluciones para que dejen de ser desconocidas. Solo comprendiendo a detalle cómo es que se realizan este tipo de negocios y con adecuadas evaluaciones del riesgo que en sí mismo constituyen dichas soluciones, estaremos en capacidad de gestionar adecuadamente su riesgo sin adoptar posturas genéricas que posteriormente sean el pretexto para la aparición de mercados paralelos.

Juan Carlos Medina
Artículo elaborado por: Juan Carlos Medina, Vicepresidente Corporativo de Cumplimiento del Grupo Financiero BOD

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